Este mes, celebramos a Desiree Perez, una miembro dedicada de nuestro equipo de Advanced solutions para CCA y ubicada en Ciudad de México, cuyo compromiso con ayudar a los demás es verdaderamente inspirador. Cada año, Desiree desempeña un papel clave en Pollotón, una iniciativa que brinda calidez y alimento a familias necesitadas en Nochebuena, marcando la diferencia, un pollo rostizado a la vez.
Pollotón comenzó como una simple tradición familiar. Hace años, un amigo de Desiree observó cómo su padre reunía monedas sueltas a lo largo del año—monedas olvidadas en bolsas, autos o encimeras. Cuando llegaba la Navidad, usaba esos ahorros para comprar pollos rostizados y los entregaba personalmente a familias necesitadas. Lo que empezó como un gesto sincero se convirtió en un movimiento, ya que más manos y corazones se sumaron, incluyendo a Desiree. “El 24 de diciembre, a la hora de la cena, nos reunimos en varios autos para empacar cajas con pollos, ropa o cobijas y distribuirlas por la ciudad”, comparte Desiree.
El año pasado, el grupo de voluntarios logró un récord al distribuir 1,000 pollos a la comunidad.
Para Desiree, Pollotón es una oportunidad para inculcar los valores de compasión y generosidad en las futuras generaciones. Su pequeña hija ahora participa en la iniciativa, reflejando la bondad que ha visto en su madre. “Lo más importante para mí es que esta iniciativa pueda replicarse de generación en generación”, dice Desiree. Más allá de proporcionar alimentos, Pollotón deja una valiosa enseñanza: mostrar a los jóvenes que, aunque las circunstancias de cada persona sean diferentes, ellos tienen el poder de generar un impacto significativo.
En esencia, Pollotón no se trata solo de comida, sino de conexión y comunidad. A través de su participación, Desiree ha recordado el profundo impacto que pueden tener los pequeños actos de bondad. “Las personas necesitan contacto humano, ¿y cuál es la mejor manera de lograrlo? Regalando una sonrisa, diciendo gracias y por favor”, expresa. “A veces, ni siquiera es necesario hablar—cuando unos ojos brillantes te dicen: ‘Necesitaba esto.’ Eso, para mí, es algo maravilloso”.
La historia de Desiree es un testimonio del efecto multiplicador de la bondad—cómo un simple acto puede inspirar un movimiento y unir a las personas. Ya sea compartiendo una comida, una cobija o una palabra amable, todos tenemos la capacidad de iluminar el día de alguien. Y como ha demostrado Desiree, el impacto más duradero no proviene solo de lo que damos, sino de las conexiones que creamos en el camino.
